También conocidos como salas de maravillas, los gabinetes de curiosidades eran pequeñas colecciones privadas de objetos extraordinarios que se pusieron de moda entre la aristocracia de la época victoriana. 

Motivados por los nuevos descubrimientos, los gabinetes mostraban todo tipo de objectos insólitos como medio de difusión del conocimientos, convirtiéndose en auténticos precursores de los museos modernos. En estas exposiciones de mezclaba la ciencia con lo esotérico, pudiendo convivir fósiles de plantas o insectos con viales con sangre de dragón o cuernos de unicornios.

Ahora, la Biblioteca Central ha creado su propio gabinete de curiosidades. En él se pueden encontrar lecturas extrañas, curiosas o singulares, films de serie B, guías para matar vampiros, textos marginales y, porqué no decirlo, perturbadores.